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Tengo una paciente , a la que fui a visitar el otro día, y a los cinco minutos de estar hablando con ella, me lanzó su demanda, sin previo aviso, directa y clara: "Quiero dejar de soñar".
Una vez superado mi estupor, le pregunté el por qué de este deseo, a lo que me contestó con otro tajante: "Porque me crea mucha angustia soñar con cosas que no puedo hacer".
Esto me ha dado mucho que pensar. Siempre hemos oído que debemos perseguir nuestros sueños, luchar por ellos, y que de sueños se alimenta el espíritu. Pero ¿y si esta máxima no le sirve a todo el mundo?
Estamos sumergidos actualmente en una sociedad totalmente intolerante a la frustración, en la que cualquier dolor o sufrimiento, se quiere mitigar con una milagrosa pastillita, y por ende, para evitar sufrimiento, tampoco nos arriesgamos a perseguir sueños. La vida supongo que se aplanará un poco, pero si le evita sufrimiento, igual merece la pena.
En el caso del que hablo, los sueños eran sueños literales, por la noche, y además de querer dejar de soñar con cosas, quiere dejar de soñar con familiares, amigos, etc. que han desaparecido por unos u otros motivos.
La solución sería desterrarlos de la memoria, como si no hubiesen existido, tampoco las cosas buenas que nos aportaron. Así que sumado al destierro de metas, quedaría una vida sin alegrias ni desgracias, sin momentos buenos y malos.
Yo para mí, no quiero eso. Que se sufre más, probablemente, pero soy de las personas que creen que la Naturaleza es sabia, y que si el dolor y la tristeza existen es porque tienen un fin adaptativo, que si produce sufrimiento extremo durante demasiado tiempo, se puede tratar, pero no hacerla desaparecer...sufrir porque un familiar se ha muerto ES LO NORMAL!
Así que personalmente, casi prefiero el polo opuesto, tirando a bipolaridad, (ojo! sin llegar al extremo), se vive la vida más intensamente, con matices. Los colores planos son aburridos.
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