lunes, 19 de abril de 2010

Calígula

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Hacía tiempo ya que no iba al teatro, así que ante una recomendación, compré entradas para ver Calígula

Siempre me ha llamado la atención la vida de este emperador romano, especialmente por su conocidísima crueldad, de la que además, parecía orgulloso, ya que era la única forma de ser un hombre libre: haciendo todo lo que se le venía en gana, sin importarle lo justo o injusto que era. La libertad individual a costa de la de los demás.

Pero esta obra, de Albert Camus, da un punto de vista algo diferente. Sin dejar de lado la crueldad del personaje, ya que es obvia y algo histórico, inamovible, trata un punto de vista más interno, cómo veía Calígula su Imperio, cómo se sentía y por qué actuaba como actuaba. Todo ello a través de sus pensamientos, narrados en voz alta. Resulta interesante este punto de vista, más interno, por decirlo de algún modo.



Destacable la actuación del actor que encarna a Calígula y destacable también el teatro en sí, pequeño, y con butacas realmente cómodas, te hace sólo concentrarte en la obra, que te absorbe a través de los diálogos tan bien eleborados.

Como curiosidad,algo que yo no sabía. El nombre de Calígula, le venía al emperador, de cuando acompañaba a su padre a las guerras y éste le vestía de soldado, pero en miniatura. Los soldados de la época llevaban unas sandalias características de su trabajo, y el diminutivo era "Calígula"-"Botitas"
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domingo, 11 de abril de 2010

El inexorable paso del tiempo

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Se aprecia una determinada mañana, cuando al despertar, te cuesta mucho más levantarte, debido a las facturas del día/semana anterior, y a eso de la media tarde, o te echas un rato la siesta o a las 00.00 estás más pà´allá que pa´cá, y a veces, incluso durmiéndola. Ya no puedes salir de fiesta dos días seguidos.

Se siente cuando te ves quedando con amigos a solas, y cuando os juntaís más de seis, el grupo es descrito como "grande". Atrás quedó las interacciones con la taquillera del cine, del tipo: "Por favor, 17 entradas para ver Pánico en el túnel". Ahora, las quedadas son de a dos, o de a tres, por norma general.

Quedas con esos amigos, compañeros, colegas, y salen a relucir anécdotas pasadas, antiguas vivencias, y ves cómo cada uno a llevado su vida por diferentes caminos, al igual que la tuya. Vas conociendo gente nueva, que puede resultar incluso más importante que alguno de los antiguos, y sobre todo, vas seleccionando con quién te quedas.

Aprecias a lo mejor más el salir a comer un domingo por la mañana, acompañada de dos o tres amigos, que quedarte de fiesta el sábado hasta las tantas. Esos sábados, se van reduciendo, ya que las recuperaciones son cada vez más largas y dolorosas.

Pero sobre todo, en mi caso, te vas dando cuenta de lo que realmente merece la pena, a lo mejor no tanto por la edad, aunque en gran parte, sino por las experiencias vividas. Ya no voy a los sitios a los que no me apetece, ni pongo excusas. La vida es corta, y está para vivirla como a tí te apetezca, sobre todo si no dispones de demasiado tiempo, como es mi caso ultimamente, así que he aprendido y aplicado la máxima de sólo hacer lo que realmente quiero, en cuanto a tiempo libre se refiere.

Aún así, sería una estupidez negar que la "Peter Pan" que hay en mi no tiene nostalgia de tiempos pasados, en los que dormir lo mínimo no era necesario, en los que podía salir de fiesta días seguidos sin secuelas, en los que ir con un grupo grande de personas me gustaba, y pasaba horas hablando por teléfono.

También, en los que el día a día era mucho más sencillo y no tenía tan presente el Presente, los tiempos en los que mis mayores sufrimientos eran nimiedades y en los que era mucho más inocente. Los tiempos en que no tenías ni una arruga y puedes cometer más excesos que ahora.

Pero eso es anti adaptativo, y el crecer tiene muchas ventajas, entre ellas el Carpe Diem que se ha instalado en mi modo de vivir la vida. Las razones no son del todo buenas, pero creo que ahora sé aprovechar mejor mi tiempo y lo aprecio mucho más. Eso, se aprende con la edad.
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domingo, 4 de abril de 2010

Jueves santo:Álcala de Henares

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Semana Santa, no hay dinero, pues por lo menos no vamos a quedarnos en casa como hongos. Así que cogimos un tren y nos plantamos en Álcala de Henares. Estaba bastante lleno de gente, pero aún así, no habia perdido su encanto.



Vimos la Corrala de Comedias, la Universidad de Álcala, ambas con visitas guiadas, y la casa de Cervantes, además, claro está de pasear por la ciudad.



A la hora de comer y cegados por el hambre, surgió todo de forma improvisada, así que nos plantamos en el Índalo, bar famoso en el lugar ¿por qué? lo descubriríamos en seguida. Una caña doble gigante por 2 euros acompañada de una "tapa", consistente en un bocadillo mediano a elegir por el consumidor de qué iba a estar relleno. Escogimos lomo con pimientos, calamares, salmón con philadelfia, tortilla con jamón, angulas, rosca de lacón con queso, etc. Total, con ocho euros por cabeza, estabamos llenísimos, y la visita de la universidad se hizo mucho más llevadera.

En conclusión, un día estupendo, baratísimo, y sin moverse de Madrid. Próxima parada: Aranjuez o Toledo.