domingo, 11 de abril de 2010

El inexorable paso del tiempo

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Se aprecia una determinada mañana, cuando al despertar, te cuesta mucho más levantarte, debido a las facturas del día/semana anterior, y a eso de la media tarde, o te echas un rato la siesta o a las 00.00 estás más pà´allá que pa´cá, y a veces, incluso durmiéndola. Ya no puedes salir de fiesta dos días seguidos.

Se siente cuando te ves quedando con amigos a solas, y cuando os juntaís más de seis, el grupo es descrito como "grande". Atrás quedó las interacciones con la taquillera del cine, del tipo: "Por favor, 17 entradas para ver Pánico en el túnel". Ahora, las quedadas son de a dos, o de a tres, por norma general.

Quedas con esos amigos, compañeros, colegas, y salen a relucir anécdotas pasadas, antiguas vivencias, y ves cómo cada uno a llevado su vida por diferentes caminos, al igual que la tuya. Vas conociendo gente nueva, que puede resultar incluso más importante que alguno de los antiguos, y sobre todo, vas seleccionando con quién te quedas.

Aprecias a lo mejor más el salir a comer un domingo por la mañana, acompañada de dos o tres amigos, que quedarte de fiesta el sábado hasta las tantas. Esos sábados, se van reduciendo, ya que las recuperaciones son cada vez más largas y dolorosas.

Pero sobre todo, en mi caso, te vas dando cuenta de lo que realmente merece la pena, a lo mejor no tanto por la edad, aunque en gran parte, sino por las experiencias vividas. Ya no voy a los sitios a los que no me apetece, ni pongo excusas. La vida es corta, y está para vivirla como a tí te apetezca, sobre todo si no dispones de demasiado tiempo, como es mi caso ultimamente, así que he aprendido y aplicado la máxima de sólo hacer lo que realmente quiero, en cuanto a tiempo libre se refiere.

Aún así, sería una estupidez negar que la "Peter Pan" que hay en mi no tiene nostalgia de tiempos pasados, en los que dormir lo mínimo no era necesario, en los que podía salir de fiesta días seguidos sin secuelas, en los que ir con un grupo grande de personas me gustaba, y pasaba horas hablando por teléfono.

También, en los que el día a día era mucho más sencillo y no tenía tan presente el Presente, los tiempos en los que mis mayores sufrimientos eran nimiedades y en los que era mucho más inocente. Los tiempos en que no tenías ni una arruga y puedes cometer más excesos que ahora.

Pero eso es anti adaptativo, y el crecer tiene muchas ventajas, entre ellas el Carpe Diem que se ha instalado en mi modo de vivir la vida. Las razones no son del todo buenas, pero creo que ahora sé aprovechar mejor mi tiempo y lo aprecio mucho más. Eso, se aprende con la edad.
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4 comentarios:

Luiso. dijo...

"Cuando yo era joven"

Laura dijo...

crecer no me gusta nada.

Tilda Cúspide dijo...

¿Pero qué leen mis atónitos ojos con presbicia? Dios mío...a ver si va a ser verdad eso que leí el otro día de que se estaba dando un vuelco generacional muy extraño y que los cuarenta eran ahora los nuevos veinte...y al revés.
Anda, anda...por dioxxxxx...pase lo de dejar atrás la pandilla porque es de pequeñajos, la verdad..pero lo demás...pero si tú todavía no conoces ni la mitad de la mitad de la diversión que te espera en la vida...(tampoco de lo "no-divertido"...pero forma parte del juego)...
Y lo de los excesos seguidos de cansancio...¿no será falta de hierro?
¡¡AMOS ANDA!! Ahora mismo te quitas el muermo de encima...y dejas ese discurso decadente.

nujki dijo...

don´t worry!!!es uno de mis ataques bipolares, aunque en cierto modo, si que noto diferencia de mis "sweet sixteen" a mis 26 tacazos...pero no es dramático, simplemente, distinto

creo q ya estoy en edad de ir al Nabuco...no sé qué opinarás...juajuajuajua

Fdo.: Cenicienta Pelucona